martes, septiembre 27, 2011

Léxico electoral



Revisando entre mis apuntes encontré este artículo relacionado con el léxico electroral que nos embarga durante este periodo decisivo para nuestro país. Quizá sea un poco anacrónico, pero el análisis de cada término y significado podría resultar interesante para el hablante o especialista español. El texto es el siguiente:

Las Elecciones presidenciales, congresales y por el Parlamento Andino ya van quedando atrás, mientras nos preparamos para la segunda vuelta. Por eso, aún seguimos viendo y escuchando en los medios de comunicación un concierto de términos electorales que también usamos a diario, pero de los que quizá no todos conocemos su significado específico.

Por ejemplo, algunos candidatos han empezado a mostrar distintas denuncias por la supuesta realización de un “anforazo”, palabra derivada que no se refiere a un ataque con un ánfora, sino a la presencia de una serie de irregularidades en las actas de votación para favorecer a un candidato en específico.
O cuando se afirmó que siete partidos políticos no habían pasado “la valla electoral”, a todos los votantes no les quedó claro este uso metafórico que, en realidad, quiere decir que para continuar en la escena política, las agrupaciones requerían del 5% de los votos válidos al Congreso o tener asegurado siete parlamentarios electos en más de una circunscripción electoral. En consecuencia, los partidos que no cumplieron con estos requisitos han desaparecido.

De igual manera, vemos aparecer distintas clases de votos sin que a veces puedan diferenciarse con exactitud. Entonces, se tiende a usar de manera sinonímica “voto en blanco”, “voto impugnado y “voto nulo o viciado”, aunque no significan igual: en el primero, no ha habido intento de voto, pues no hay ninguna marca; en el segundo, sí se ha realizado una marca, pero en tal caso esta ha transgredido las dimensiones de la fotografía del candidato o del símbolo, y por tanto es un voto dudoso, que no cuenta a favor ni en contra de alguna agrupación política; por último, en el tercero, el elector ha utilizado un modelo de votación inadecuado (distinto al de una cruz o de un aspa), por consiguiente este no es válido. En los tres casos, el motivo podría ser intencional y voluntario o simplemente accidental.

Asimismo, no pudo entenderse plenamente el sentido de la expresión “voto preferencial”, aunque estaba relacionado con la elección de los congresistas, ni si este voto era al que realmente se le denominaba “voto válido”. Pues, para aclararlo también precisaremos y distinguiremos un concepto del otro. El “voto preferencial” se refiere a escribir el número específico del candidato a congresista, además de marcar el símbolo del partido, y el “voto válido” apunta a un modo de votar aceptable gráfica y legalmente.

Por último, sólo si los miembros de mesa pudieron reconocer el tipo de voto (nulo, en blanco, impugnado y válido), y sumado correctamente estos, habrían obtenido los “votos emitidos”, que son la suma total de votos que han habido en una determinada mesa y que deben de concordar con el número de votantes asistentes.

Sin duda, es innumerable la cantidad de términos utilizados en los procesos electorales para referirse a los sujetos que intervienen (“miembros de mesa”, “elector”, “votante”, “personeros”, en su mayoría sustantivos masculinos o que marcan su género por medio del artículo), a las instituciones supervisoras (para las que se usa preferentemente siglas como “ONPE”, “JNE”, “ODPE”), a los objetos utilizados (como “ánfora, proveniente del griego; o “urna”, “cedula”, “padrón” que originariamente son del latín), o al acontecimiento mismo (“Elecciones”, en un ámbito más formal y “primera vuelta”, “segunda vuelta”, en el plano popular o periodístico).
Por esto, cabe destacar que el conocimiento de la relación entre el léxico electoral y sus significados favorece a una mejor concientización no sólo de los miembros de mesa elegidos, sino también de todo votante, que pueda realizar o promover una elección legal y transparente en los comicios electorales.

*Publicado el 17 de abril de 2011 en la columna "verborum" del Diario Correo-Piura.

viernes, junio 17, 2011

A nuestro padre, al viejito, al taita querido



El tercer domingo de junio se rinde homenaje en todo el Perú a nuestro “padre”, “papá”, “viejo” o “viejito”; asimismo en el campo, en la sierra o en las comunidades andinas que hablan quechua o aimara felicitarán a su “taita”, “taitito” o “taitita”, como ejemplificaba Francisco Vegas Seminario en la novela Taita Yoveraqué, o con otras palabras como “taytacha” (papito) o “taytakuna” (padres de familia), usadas por los pobladores de San Juan de Lukanas (Ayacucho) en los cuentos indigenistas de José María Arguedas.
Distintos lingüistas y lexicógrafos han recogido la palabra “taita” en diferentes zonas del Perú: el reconocido geógrafo Javier Pulgar Vidal en sus Notas para un diccionario de huanuqueñismos (1967) la incluye con el sentido de “padre de familia”, pero además aprovecha la ocasión para anexar un uso peculiar “taita burro” que se refiere al “jumento que se utiliza para conducir la imagen de Nuestro Señor Jesucristo durante la procesión de Domingo de Ramos”. Edmundo Arámbulo Palacios la integra en su Diccionario de piuranismos (1995) para aludir al “padre o jefe de la casa”, asimismo agrega “taitito Dios” que se usa en la “invocación al Padre Dios”. Miguel A. Ugarte Chamorro la registra en su Vocabulario de peruanismos (1996), precisando la ubicación geográfica en que se usa más “sierra” y el rasgo pragmático que caracteriza su uso como “tratamiento respetuoso”.
La palabra “taita” se usa en las zonas rurales del Perú, así como en las de otros países americanos: Marcos Morínigo la incluye en su Diccionario de Americanismos (1966) recalcando su referencia al “padre o jefe de familia” y su uso como “tratamiento de respeto”, en algunos países como Argentina, Chile y Perú. Alfredo Neves la registra en su Diccionario de Americanismos (1973) considerando incluso que es de “raíz guaraní” y que se usa como “tratamiento de cariño a los padres de familia”, asimismo afirma que en Cuba y Puerto Rico suele aplicarse a “los negros ancianos” y que en la región rioplatense (Uruguay y Argentina) significa “cacique, valiente, caudillo”. Además añade otra de sus pronunciaciones “taíta” y el de su diminutivo “taitito”.
Martha Hildebrant en su libro Habla culta (o lo que debería serlo) (2000) analiza al detalle el término “taita”, concluyendo que no proviene del quechua (en el que “yaya” significa padre) aimara, del azteca o del guaraní como se afirmó antes, sino de la palabra latina “tata” (“padre”) que se habría unido con la expresión vascuence (del País Vasco, región autónoma de España) “aita” que también significaba “padre”, y que empieza a aparecer en documentos desde el siglo XV.
La edición actual del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), incluye la palabra “taita” con la misma etimología (del latín “tata”), y agrega el significado de “ voz infantil con que se designa al padre”, lo que recuerda que es una de las primeras palabras que aprenden los niños producto del desarrollo de su aparato fonador, no porque quiera más al papá que a la mamá.
El Diccionario de americanismos (2010), publicado por las Academias de la Lengua Española en América, presenta una amplia lista de países de Centro América (Honduras, El Salvador, República Dominicana) y de América del Sur (Colombia, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Perú, Chile, Argentina y Uruguay) en cuyas zonas populares rurales “taita” significa “papá”. Sin duda, la palabra “taita” ha logrado conservarse y difundirse aún más en el habla tradicional y típica de la mayoría de zonas americanas campestres o andinas.
Finalmente, queríamos desearle un ¡Feliz Día! al padre, al viejito, al taita querido.
*Artículo publicado en la sección Verborum del Diario Correo Piura-Perú el domingo 19 de junio de 2011.

lunes, enero 10, 2011

Signos de puntuación...


El pasado 6 de enero, el titular de una noticia de un diario digital puso inmediatamente en alarma la sirena de la correcta “ortografía castellana” que seguramente los profesores de esta materia o cualquier persona de habla española, atenta y preocupada por su idioma, activa cuando encuentra errores, confusiones o quizá descuidos como el siguiente: “Ni apocalipsis, ni suicidio, ni leyenda Maya, se resolvió el enigma de la ‘lluvia’ de aves”. La noticia se refería a las distintas hipótesis que se plantearon luego de conocerse que en Arkansas, una región sudeste de Estados Unidos, fueron encontradas centenares de aves muertas en el día de año nuevo.
Dejando la noticia atrás y centrándonos en el titular podrá reconocerse que al inicio de este se usa la conjunción copulativa “ni” para negar tres términos: apocalipsis, suicidio y leyenda Maya, separados por dos comas, cuyo empleo, según la Ortografía castellana, sería incorrecto e innecesario, ya que: “El uso de la coma es incompatible con las conjunciones y, e, ni, o, u cuando este signo se utiliza para separar elementos de una misma serie o miembros”.
Además, la tercera coma que aparece después de “leyenda Maya” también es incorrecta, ya que el enunciado anterior referido a las tres hipótesis planteadas ante la muerte de las aves no está concluido; en tal caso debería aplicarse la siguiente regla que considera que “si una enumeración de elementos es incompleta y se escogen solo algunos elementos representativos (…) La enumeración puede cerrarse con etcétera (o su abreviatura etc.), con puntos suspensivos o, en usos expresivos, simplemente con punto”.
Entonces, tomando en cuenta que hayan podido omitirse otras hipótesis y que el primer enunciado esté incompleto, tendría que usarse al final de este los puntos suspensivos, en lugar de la coma. Asimismo, “si los puntos suspensivos cierran el enunciado, la palabra siguiente debe escribirse con mayúscula inicial, pero si no cierran el enunciado y este continúa tras ellos, la palabra que sigue se inicia con minúscula”. Por ejemplo: “Hoy quería ir a…Ya lo decidiré luego”, en el primer caso y “Hoy quería ir a… los nuevos supermercados o quizá…a la heladería El Chalán”, en el segundo.
Por tanto, la redacción del titular es incorrecta, pues las expresiones unidas por la conjunción “ni” deberían aparecer sin la compañía de las dos primeras comas; la tercera coma tendría que ser sustituida por los puntos suspensivos y el siguiente enunciado empezar con mayúscula. De esta manera, la redacción final sería: “Ni apocalipsis ni suicidio ni leyenda Maya… Se resolvió el enigma de la ‘lluvia’ de aves”
Así que a ustedes, lectores asiduos de "Lexicom", que no les pasen inadvertidos estos errores ortográficos, tómense un pequeño tiempo para corregirlos, pues es necesario cuidar de nuestro idioma.
*Artículo publicado en el diario Correo (Piura) el día domingo 09 de enero de 2011.